CERA Y MEMORIA  (2023-24). Proyecto en colaboración con el Museo San Telmo de San Sebastián. Estreno por el Ensemble Ascolta y Asier Puga (dirección) en abril de 2024. De entre todas las piezas del Museo San Telmo me interesa particularmente la colección de argizaiolak (cerillas de los muertos). La estructura de estos objetos es de naturaleza doble ya que en ellos se contrapone lo invariable a lo efÍmero. La tabla de madera s imboliza lo inmanente, lo perenne. En cambio, la cera representa lo fugaz y transitorio al ser consumida progresivamente por el fuego. El ovillo de cera posee, pues, un carácter temporal: su duración está determinada por su longitud, desvelada de forma completa Únicamente al rotar y dar la vuelta al soporte de madera. El lÍmite temporal de la llama viene dado por el contacto con el suelo o con el final de la mecha (el fuego se extingue cuando su transcurso es interrumpido). Esto funciona, quizás, como una metáfora de la muerte. La moira Átropos (‹la que no gira›) cortaba el hilo de la vida con unas tijeras, contraponiendo la idea del movimiento (el giro de la rueca, lo vital) a lo estático (la expiración). Precisamente, es también en el discurrir del fuego donde reside la idea del recuerdo. Mientras la llama se mantiene encendida se transmite calor, metafóricamente, a los difuntos. El hilo de cera funciona, por tanto, como una alegoría de la memoria y, por extensión, de la línea que conecta el presente con el pasado. De este modo, podríamos asociar el ovillo de cera a la idea de vÍnculo entre estadios temporales o fases vitales diversas (pasado-presente-futuro). Los materiales que constituyen la argizaiola son claramente contrastantes entre sí La dureza de la madera se contrapone a la ductilidad y la fragilidad de la cera, siendo la naturaleza de esta última también variable según su nivel de pureza. Figuradamente, podrÍamos asociar la cera a la noción de discontinuidad de la memoria. Platón sostenía en el Teeto que la memoria podía ser comparada con una tablilla de cera en la eran grabados diferentes pensamientos y percepciones. Aquello que no se grababa en la cera estaba, sin embargo, abocado al olvido: Cuando la cera es profunda, abundante y lisa y tiene la adecuada contextura, lo que se graba lo hace de forma nÍtida y con suficiente profundidad como para ser duradera; este tipo de personas tienen facilidad de aprender, tienen buena memoria y sus opiniones son verdaderas. Hay casos en los que la cera es sucia e impura y en otras ocasiones es blanda o dura en exceso; en el primer caso se aprende bien, pero son olvidadizas, y en el otro caso ocurre lo contrario. (Platón. (2021). Diálogos (Manuel Vallejo Campos. Trad.). Madrid: Ed. Gredos.) Esta metáfora de la memoria y el olvido es, desde mi punto de vista, fácilmente identificable con la esencia de la argizaiola. La cera, en su proceso de deshilvanado, representa la reminiscencia, el vínculo con el pasado. A su vez, encarna la posibilidad de desaparecer y de olvidar, simbolizada por la combustión de la mecha. Por otra parte, la memoria es fundamental para comprender el presente y construir una proyección hacia el futuro. Luigi Nono sintió esta relación inevitable entre memoria y futuro, expresándola bellamente a través de una paradoja en un cuestionario Proust de 1986: ..¿Cuál es el rasgo principal de su carácter? ..Nono responde: ..La nostalgia del futuro. (Nono, L. (2019). La nostalgia del futuro.Scritti e colloqui scelti 1948..1989 (trad. propia). Milán: Ed. Il Saggiatore.) En este sentido, se me antoja fundamental recalcar esa capacidad de vínculo entre pasado, presente y futuro que puede denotar un solo objeto. La argizaiola, además de su connotación etnográfica y su asociación directa con el territorio, opera como una suerte de máquina del tiempo a pequeña escala, poniendo en relación lo instantáneo (el fuego) con la memoria (el hilo enrollado) y el porvenir (la mecha aún no consumida por la llama). Mi proyecto se basa en la composición de una obra en la que se emuleade manera abstracta l a materialidad, los gestos y las posibles simbologías asociados a la argizaiola. La composición está escrita para la siguiente plantilla: trombón, percusión, guitarra y violonchelo. Cuando pienso en la argizaiola, me vienen a la cabeza varias imágenes: el hilo encerado (que extendido tendrá el aspecto de una cuerda) profusamente enrollado en el soporte, y la talla de madera con diferentes decoraciones. Desde una perspectiva meramente instrumental, su estructura hace pensar en algunos cordófonos primitivos o, incluso, en algunos idiófonos de percusión arcaicos como el sistro. En mi obra, esa relación de apariencia se trabaja por medio de pequeña percusión: objetos e instrumentos que de alguna manera se asemejen físicamente a la argizaiola. También los instrumentos de cuerda (violonchelo y guitarra) poseen una similitud remota, en especial en lo referente a la fisionomía externa: cuerdas sobre un cuerpo de madera y un aspecto ligeramente antropomorfo. No obstante, el elemento sobre el que me gustaría detenerme más detalladamente en mi obra es el gesto asociado a la manipulación de la argizaiola. En primer lugar, el movimiento giratorio con la mano es necesario para enrollar la nueva cera al soporte de madera una vez haya sido consumida completamente la vela anterior. Esto se emular a través de la aplicación de diferentes gestos circulares en las cuerdas y, en otras áreas de los instrumentos de cuerda (bien con el uso del arco, bien con las manos). También se explora este gesto a través de movimientos circulares sobre la superficie de varios instrumentos de percusión por medio de diferentes baquetas y otros objetos, o a través de la torsión de instrumentos de naturaleza flexible (thundersheet y otros elementos de pequeña percusión). Este movimiento rotatorio también podrá ser explorado por medio del diseño de objetos sonoros y motivos de carácter circular, así como por la creación de pequeños bucles y su posterior repetición. En segundo lugar, si observamos la argi la argizaiola con la mecha prendida, podemos advertir el discurrir lineal de la llama a lo largo de la cera. El fuego sigue una trayectoria continua que, en principio, si no hubiese interferencias, debería avanzar de forma estable hasta el final de la mecha. La velocidad a la que la llama consume la cera es extremadamente pausada, constituyendo un proceso invariable y continuo, a cámara lenta. El gesto lineal asociado al hilo de cera será traducido musicalmente por desplazamientos enormemente lentos sobre las cuerdas de la guitarra y el violonchelo, explorando al límite la naturaleza del glissando. siguiente